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#7

#12 Tras la primera, la segunda, la tercera, se me hunden las pisadas en el fango por el peso de las cláusulas y enmiendas que conducen mis pasos. Hago equilibrios en la frontera de la saliva y mientras hago murmullo del barullo, entierro en mi carne las palabras y recorro el camino de la vena. A mí no me hables de infancias amputadas, de los pétalos desmembrados y el nombre de las flores, dime que tienes ganas cuando llego a la cama a contrasol con la ternura líquida entre mis fauces. No me hables todavía de la extinción cuando has visto que lo hago todo aposta: la mueca, la entonación; cuando he puesto en tu balanza la depravación exacta para hacerte verter y levitar. #13 Sólo tú ves los colmillos de mi sonrisa, y a veces me los afilas a sabiendas de mi instinto y a veces me los limas con el tacto de tu lengua, hasta equilibrar mi necesidad de dolor y amor, de decaer y avanzar.

#6

#10 Ahora que primera hora son las 10.30, y has descubierto mi tinglado: la lucha entre la piel y lo que sea que contengo; entiendes que mis palabras tuyas están libres de erosión. Por más que pelee en medio del laberinto, sigo bailando alrededor de tu totem. #11 No sale de mi boca el fuego, no sale de mi cabeza, cuando me la abro contra el suelo. Ese fuego sigue el rastro de la vena. Lo sigue hasta llegar al corazón de vuelta para arder. El recorrido hacia tu limbo traza un camino, una huella entrelazada, que recorro hasta saciarme del recuerdo de cuando estaba como un felino apaciguado, y las llamas sobre mis narices estaban en orden.

#5

#9 Después de ser la flor en el desierto, la luz tras las persianas, me dormí entre los escombros y tu piel me resucitó, tan entrevivido como siempre. Si no llegase tu primavera sería ceniza. No obstante te acercas como lluvia y me quedo en niebla e infortunio; me quedo, como un corazón colgante, bombeando sangre y veneno por partes iguales. Si no llegase tu otoño sería hojarasca Me prendo otra vez, y otra vez al límite del borde hasta que me encuentro en tu boca, hasta que la pierdo , y atado al hechizo, me vuelvo esencia y calavera; hasta que dejo en el horizonte de la playa una rosa dibujada; un túmulo escondido donde acumular tu espuma.

#4

#7 Tengo el corazón plano de tanto hostión, el corazón plano, pero agrandado, aguantando el aire terminé el poema y devoré el respiro. Sé que te he mentido aunque hay un botón azul entremedio, aunque la cuesta nos haya sacado la ropa y ante mi mirada solo haya un túnel de luz. Te he mentido porque he extinguido los paisajes y me limpian el alma como a un cuerpo famélico. Porque tengo un balde de agua sucia lleno de mugre y sangre, tras de mí; lleno de hambre y polvo; lleno de fango y ganas de morir. #8 Llega el camión de la basura y abro mis ojos, lo lleno de palabras pobres y frases pijas; de óxido y aguanieve, hasta que cierro el círculo. Después me enjuago los ojos una y otra vez hasta que me brillan los iris. Y entonces veo un rastro de plástico, un futuro cubierto de madera seca, un incendio en el que quemar mis fibras y nervios, hasta dejarte un suelo fértil donde pueda brotar tu amor.

#3

#5 El fondo blanco era rojo; la silueta negra, blanca. Se me hielan las manos lo justo para afilarse las garras. Estás mirando al cielo y yo tu culo, estoy metido en ti y tú me hablas de nubes. Ahora hazme de agua, hazme de agua y recuerda cuando se detuvo el tren y me hablabas de una rubia, de tus ojos inundados y mis cuencas vacías. Recuerda cuando amanecíamos con eclipses y batallábamos la hambruna en un patio embaldosado... #6 Nuestro amor es una hecatombe y un tecnicismo; follamos sobre un campo de batalla o un poema No sabemos si darnos de beber o estrujarnos, quién hace de yunque y quién de martillo. Hay tantos lados que hemos dejado de lado... por más que me explicaron que crecer dolía, que dolía hasta el tuétano... porque nadie me explicó que envejecer dolía en el alma. Pero el Sol sale, igual que el humo sube, y me haces el amor en la mañana y el siguiente sábado no trabajo, y la sangre me alcanza los dedos y quemas mis frustra...

#2

#3 Inepto ante el enigma de la cumbre de tanto respirar en el abismo; dame una bombona o una chance: no quiero que el invierno se agarre a mi cuerpo. Quiero que la fantasmagórica cordillera se clave entre mis costillas hasta chirriar con mis huesos. Tengo la boca floja, deformada, no sabe que palabra dice, sofista, sofista hasta mezclar tu nombre con vodka: la cuestión es el parné y la comisión. La cuestión es la patada en la boca al final de mes, cuando alguien te atropella por la derecha y solo se escucha el brumbrum de los amortiguadores. #4 Tengo un saurio dentro de mi saurio, primero entre pares, me imponen e impongo y me devoro y crezco mientras acecha un tiburón en las extremidades de mis labios. No obstante sigo áureo, clavado en el plomo, nada de plata y nada de sangre; porque mi pega está en darle a cada palabra un precio, y que, cuando el desierto inevitable, no me falte de tu agua.